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La ducha vaginal

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Dibujo de Raquel Barbieri  Elenita padecía de picazón e inflamación en la vulva de manera crónica. Esta molestia se acrecentaba cuando de vez en cuando lograba tener un contacto sexual, de manera que vivía haciéndose baños de asiento, calientes e impregnados de un polvo mágico de un laboratorio conocido. La cuestión era que a Elenita le parecía un desperdicio el uso de varios sobres del producto para que rindieran dentro del bidet, puesto que el método para hacer entrar la solución dentro de sus partes no era otra cosa sino producir un oleaje feroz, alternando manos izquierda y derecha en forma sincronizada y acompasada, como la natación sincronizada pero sólo de manos. Así, algo lograba. Una mañana despertó con inquietud y desasosiego. Encendió su computadora para buscar una ducha vaginal con la cual llevar a cabo la empresa con éxito, y encontró un aparato extraño que prometía la felicidad de la usuaria. Una amiga se lo compró en una farmacia céntrica por avenida Córdoba,