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Mostrando entradas de octubre, 2012

Estrella de mi alma

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Tesorito precioso, estrella de mi alma, (...) Anteanoche no me acuerdo de haber soñado. Ayer hice un esfuerzo y sí, soñé con vos. Entré a una alcoba, no era la tuya, sino desconocida. Estaba oscura, pero ardía una vela. Me acostumbré rápidamente. Estabas acostada en la cama dormida, desnuda, sin tapar, sobre la espalda. Me incliné, separé con cuidado tus piernas y noté con asombro que tenías un tupido pelo negro, enrulado, donde te depilás que me excitó mucho, y me pareció super-sexy. Empecé a pasar la lengua y noté que disfrutabas, pero aún dormida. Hasta sentí orgasmos varios tuyos y seguías como soñando, con gemiditos placenteros, pero sin desperarte. Me acosté con cuidado para que no te despiertes y ahí sí me desperté yo, con ganas de seguir en vivo el sueño.   Principessa bella, drága hercegnöm, besos mil de los nuestros Así eran las cartas que él le enviaba cada día, no cada tanto, sino diariamente, inyecciones cotidianas de romance, sobredosis de erotismo y ternura, al

Hija de la luna

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La Luna, bella y mágica, creadora de una realidad deformada. Nada es exactamente lo que parece bajo su influjo. Así pensaba ella y sólo podía amarlo bajo la luz lunar porque cuando se camina bajo la luna, es fácil imaginarse rodeado de toda clase de fantasmas, y él era algo espectral, un generador de energía vital sexual que más que pasión se convertía en un grito de la selva, una pulsión adictiva, una necesidad como el mero respirar; él, con sus ojos profundos y sus rasgos bien marcados que ella adoraba, siempre y cuando la noche se cerniera sobre ellos, sólo la luna lo iluminara y ella se fugara antes del amanecer para no verlo tal cual era… Tomé la foto con mi teléfono en Villa Gesell