La reflexiva
No quiero decir su nombre. No sea cosa que esté leyéndome o que vaya a leerme más tarde, o algún día de éstos, y tome a mal lo que pretende ser todo lo contrario, o si no lo contrario, al menos no tiene intención alguna de referirse a ella en el mal sentido. Es que en algún punto, la admiro porque sus cualidades no son las mías. Es una linda mujer, más que linda y ni siquiera es consciente de eso, ni le importa coquetear o exaltar sus virtudes de mujer atractiva porque se alimenta de otros nutrientes que nada tienen que ver con la vanidad. Será por eso que la admiro. Siento tanto respeto por esa mujer que modestamente avanza por la calle sin pavonearse ni tampoco esconderse, ya que no siente vergüenza alguna ni necesidad de llamar la atención. Lo que me lleva a observarla, a analizarla, es que la veo ambigua; a la vez que rinde culto a la espontaneidad, cae en la contradicción de ser demasiado reflexiva. ¿Cómo puede alguien ser espontáneo y en demasía reflexivo?...