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Mostrando entradas de enero, 2011

Roberta

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Compré este cuaderno para descargarme cuando me siento sola y triste. No sé cómo empezar a escribir algo porque hoy precisamente, no siento la inspiración, pero desde aquel viaje a India, si bien sigo siendo tan occidental como antes y el olor del Ganges me trajo reminiscencias del Riachuelo y en consecuencia alguna náusea, algo nuevo y divino ha aflorado en la persona que soy. De otro modo, encontrándome en donde me encuentro hoy, ya estaría completamente desquiciada.  Es como si antes sintiera casi permanentemente una revolución interna caótica y ahora ese caos hubiera mermado y tomado forma; como si de un cuadro cubista, se llegara a uno de Leonardo por mutación natural. En mi interior reinaban el cubismo y la forma abstracta, y ahora sé concretamente qué me lastima, qué me duele y qué me hace gozar, vibrar y llenarme. Me conozco. Pensando en la escritura como camino hacia el autoconocimiento, empecé a escribir en forma poética para probar, pero mis poesías son pobre

Bagayo

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De tanto llamarla "Bagayo", se creyó un ser abominable y no merecedor de nada bueno; entonces compró por Internet una máscara del Carnaval de Venecia y decidió vivir tras los muros, sordo ruido. Y sucedió que le tomó el gusto al hecho de vivir detrás de una pantalla, protegida por su coraza sofisticada y enriquecida con encajes italianos y perlas que cubrían también su cabeza y la dejaban totalmente cubierta.  Sólo los ojos se veían tristes detrás de los huecos de su chapa y pintura.  Quienes la conocían, de todos modos siguieron llamándola Bagayo, y los que la veían por primera vez, la llamaron La loca de la máscara, como era de prever . No, no hay manera de salir indemne de este mundo ulcerado por la maldad. No existe escapatoria para las bestias ni para las bellas...

Enamorada del amor

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No tengo el hábito de escribir lo que me pasa por la cabeza todos los días de mi vida; más vale tengo tendencia a una cierta facilidad para escribir historias, pequeñas novedades, algunas anécdotas cómicas…quizás un día se las haga leer al que sea mi amor, no lo sé. Muchas cosas para decir hoy. La primera es que amé hasta morir a la persona con la que compartí mi vida durante casi dos años, Pascal, quien todos los días me mostraba una nueva faceta de su personalidad que iba subyugándome más y más. Él era un artista, un hombre silencioso y de presencia fuerte a la vez. Pascal, eras excepcional, todo en vos lo era, el sonido de tu voz, tus gestos, tu manera de explicarte, tu rostro, tus ojos, tu olor… Mi Pascal amado, mi Pascal perdido. El azar hace bien las cosas. Mi vida sería tan diferente si no te hubiera conocido. Yo sería aún una adolescente, una pobre colegiala, perdida en sus libros y en sus gafas, riendo y llorando a la vez.  De vez en cuando, lloro como