Gregoria Samsa
Le adjudicaron el nombre Gregoria sin dudar un segundo, y sin darle la chance de otro nombre detrás, en caso de que ella quisiera portar algún otro más sofisticado y de sonido suave. No, qué va. Los padres de Gregoria le estamparon un cartel en su dormitorio de bebé, de dos metros de ancho por uno de alto, con letras de imprenta agresivas y chillonas contrastantes con el verde loro barranquero de la pared, un cartel hecho de goma eva y lentejuelas pegadas a la que te criaste, mersa de acá hasta Chipre, un flor de cartel que decía nada menos que ¡G R E G O R I A... B I E N V E N I D A A E S T E V A L L E D E L Á G R I M A S! Sí, eso mismo le pusieron y quedó ahí colgado, juntando tierra para siempre. El caso es que la chica ni siquiera pensaba en el cartel porque lo había visto desde s...