Estrella de mi alma

Tesorito precioso, estrella de mi alma, (...) Anteanoche no me acuerdo de haber soñado. Ayer hice un esfuerzo y sí, soñé con vos. Entré a una alcoba, no era la tuya, sino desconocida. Estaba oscura, pero ardía una vela. Me acostumbré rápidamente. Estabas acostada en la cama dormida, desnuda, sin tapar, sobre la espalda. Me incliné, separé con cuidado tus piernas y noté con asombro que tenías un tupido pelo negro, enrulado, donde te depilás que me excitó mucho, y me pareció super-sexy. Empecé a pasar la lengua y noté que disfrutabas, pero aún dormida. Hasta sentí orgasmos varios tuyos y seguías como soñando, con gemiditos placenteros, pero sin desperarte. Me acosté con cuidado para que no te despiertes y ahí sí me desperté yo, con ganas de seguir en vivo el sueño. Principessa bella, drága hercegnöm, besos mil de los nuestros Así eran las cartas que él le enviaba cada día, no cada tanto, sino diariamente, inyecciones cotidianas de romance, sobredosis d...