Violeta

Lejana, muy lejana a la cumbia y a la bailanta, existe Violeta y aunque su nombre provoca que una parte de sus alumnos le canten No la dejes ir, no la dejes ir, ¿por qué? te lo digo yo, ¿Quién es? Violeta, y se va sin decir adiós... esta Violeta pertenece a un mundo de sinfonías y melodías cadenciosas, arias y preludios ejecutados por violines, violas y cellos, también algún saxo tenor jazzeando en esas noches de wok, risas, besos y buena compañía. Ella, Violeta, enseña música en dos escuelas secundarias; una en San Isidro y la otra, en Isidro Casanova. Y en sus momentos de pavada cotidianos, que los tiene y sin remedio, piensa en que Isidro es santo y casanova al mismo tiempo y eso constituye una contradicción (para ella al menos). Los viajes en tren y colectivo le permiten meditar, comparar, analizar el mundo en el que vive, en el que vivimos, un universo que para algunos es de bailanta y para otros, de ópera, en donde muchos braman por comer y otros desechan comida. V...