Prue


Ya que sus padres habían cometido el casi sacrilegio de llamar a sus hijas con sustantivos abstractos, Prudencia eligió que le dijeran Prue para así sobrellevar un nombre que la marcaba, limitándola a ser prudente y a no sobresalir, por más que era bonita y buena.
Mientras sus queridos y extravagantes padres la llamaban Prude, ella averiguaba a escondidas en el registro civil, si existía alguna manera de pasar de Prudencia a Prue o a algún nombre menos controversial, trámite que fue absolutamente inútil. Entonces se amigó con su nombre y se preguntó qué habría sido de su vida llamándose Selva o Antonella, Ana, Giannina o Violeta, Chiara, Stella, Rebeca o Julieta.
Cada nombre diría algo sobre la dueña o al menos querría decirlo; posiblemente sus padres habrían pensado que sus hijas Esperanza, Prudencia, Socorro y Remedios salvarían a la humanidad con tanta virtud junta. Tal vez había sido un capricho o uno de esos juegos extraños en los que caen algunas parejas que parecen armar las palabras cruzadas cuando eligen los nombres de sus hijos. 
En este caso, la prudencia se adueñó de la vida de Prue a tal punto, que de tan prudente sufrió por otros, calló lo que debía gritar a los cuatro vientos, se sumergió en un mundo sin riesgos en donde su belleza no era notada ni desdeñada, mientras otros se hacían notar y le ganaban, muchas veces con malas artes. Diría que Prue regaló su vida al no generar ni reaccionar, siendo prudente en extremo sin quererlo, pero sin poder evitarlo porque su nombre fue un estigma.



Comentarios

Jerónimo ha dicho que…
Querida Raquel, te comenté en un comantario anterior que conocía una Prue, pero no se asemeja al cuadro de la mujer durmiente de tetas bien desarrolladas sobre el fondo azul de tu cuento, sino que es una nena de unos 4 años, lo más desfachatada, simpática y desenvuelta que conozco. Vive en Michigan, su padre es un personaje, porque hace 15 años no se corta el pelo, lo tiene en forma de rsstas rubias hasta bien debajo de la cintura. Ella recorre la calle a toda velocidad en monopatín, saludando a todos los vecinos a los gritos, entra en los porchs de todas las casas y cuando me ve, me pide un cookie y me dice : "I am not shy", lo que no sólo es evidente, sino que desmiente su nombre. Esta Prudence no tendrá el estigma de su nombre, será una triunfadora en la vida. Besos
Jerónimo
Raquel Barbieri ha dicho que…
J,

Me alegro que te gusten mi cuento y mi dibujo.

un beso
Gi ha dicho que…
Te voy a regalar cuanto nombre escuche

Besos
Raquel Barbieri ha dicho que…
Gi,

Y yo te lo agradezco.

Besos :)

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