Violeta
Lejana, muy lejana a la cumbia y a la bailanta, existe Violeta y aunque su nombre provoca que una parte de sus alumnos le canten No la dejes ir, no la dejes ir, ¿por qué? te lo digo yo, ¿Quién es? Violeta, y se va sin decir adiós... esta Violeta pertenece a un mundo de sinfonías y melodías cadenciosas, arias y preludios ejecutados por violines, violas y cellos, también algún saxo tenor jazzeando en esas noches de wok, risas, besos y buena compañía.
Ella, Violeta, enseña música en dos escuelas secundarias; una en San Isidro y la otra, en Isidro Casanova. Y en sus momentos de pavada cotidianos, que los tiene y sin remedio, piensa en que Isidro es santo y casanova al mismo tiempo y eso constituye una contradicción (para ella al menos).
Los viajes en tren y colectivo le permiten meditar, comparar, analizar el mundo en el que vive, en el que vivimos, un universo que para algunos es de bailanta y para otros, de ópera, en donde muchos braman por comer y otros desechan comida.
Violeta se enfrenta cotidianamente a dos mundos casi opuestos por el vértice, y sin embargo, ama cosas de ambos. Uno solo no contiene todo lo que ella necesita para sentirse completa.
Si bien Violeta pertenece por origen al de San Isidro, los de Isidro Casanova le llevan chipá, hacen mate y la abrazan. Los de San Isidro absorben todo con la rapidez proveniente del entrenamiento de años en el estudio, lo cual hace que Violeta sienta una gran satisfacción al poder expresarse a sus anchas en la clase.
Los de Isidro Casanova escuchan absortos la música clásica, aunque al llegar a sus casas, lo más probable es que al recordar a la joven profesora de nombre purpurado, a sus mentes venga... ¿Quién es? Violeta, y se lleva mi corazón...
Comentarios
Besos.
Besos
Jerónimo
Qué linda la comparación de Violeta con el dios Jano... y sí, tenés razón, en ella no hay Jekyll y Hyde sino amor por distintos tipos de personas que le pueden brindar cosas tan diversas como una recepción distinguida en Villa Ocampo y el guiso de mondongo calentito.
Es muy bonito lo que escribiste y te agradezco la parte final, la que alude a mí.
Abrazo :)
Besos
Para que la billetera no llore es mejor preparar y comer los langostinos en casa, y la busecca bien calentita en un bolichongo de Lomas del Mirador, con pan de fonda.
Besos
PD: Mirá en lo que devino Violeta.