Nina

Nina despertó y ésa no era su cama, ni su dormitorio, ni su casa. El techo era más alto, las paredes más separadas entre sí y ni siquiera coincidían el color o el aroma del ambiente, porque su casa, la verdadera y no esta porquería en la que aparecía ahora, olía siempre a azahares y jazmines, cuando la nueva realidad destilaba el tufillo de cuando los tapizados y la ropa no están limpios, algo rancio. Cosa rara, inexplicable, fuera de todo razonamiento. Nina se levantó sintiendo que el cuerpo latía y vibraba a cada paso; podía escuchar el torrente sanguíneo navegando por su cuerpo y hasta un ruido sordo de los pensamientos batallando en su cerebro. La sensación era de vértigo e hipersensibilidad, así también sus emociones que la zarandeaban de un lado a otro... deja de zarandear al bebé que lo vas a marear... jeda ed radanzear la ebeb equ sav a raemear... Pensó en que probablemente estaba drogada y casi de inmediato recordó que había pasado en su casa los últimos dos días, ...