Nina


Nina despertó y ésa no era su cama, ni su dormitorio, ni su casa. El techo era más alto, las paredes más separadas entre sí y ni siquiera coincidían el color o el aroma del ambiente, porque su casa, la verdadera y no esta porquería en la que aparecía ahora, olía siempre a azahares y jazmines, cuando la nueva realidad destilaba el tufillo de cuando los tapizados y la ropa no están limpios, algo rancio. Cosa rara, inexplicable, fuera de todo razonamiento.

Nina se levantó sintiendo que el cuerpo latía y vibraba a cada paso; podía escuchar el torrente sanguíneo navegando por su cuerpo y hasta un ruido sordo de los pensamientos batallando en su cerebro. La sensación era de vértigo e hipersensibilidad, así también sus emociones que la zarandeaban de un lado a otro... deja de zarandear al bebé que lo vas a marear... jeda ed radanzear la ebeb equ sav a raemear... Pensó en que probablemente estaba drogada y casi de inmediato recordó que había pasado en su casa los últimos dos días, a causa de la gripe que empeoraba. Deben ser los efectos de la fiebre, pensó en voz baja y alta, y siguió avanzando en la casa desconocida en donde nada coincidía con lo anteriormente vivido. Ella jamás dejaría las paredes sin pintura por mucho tiempo, a menos que estuviera enferma, ni tendría sus pertenencias tiradas por ahí ensuciándose y criando mugre.

Nina era limpia, prolija y amante de las fragancias; su pelo y su piel desprendían esos olores que causan adicción, y así era también su casa. Esto de ahora no correspondía a la armonía de siempre; parecía una construcción luego de un terremoto, o tiempos de guerra y bombardeos. Las ventanas y puertas aparecían tapiadas y la pobre Nina, atrapada adentro.
Se desesperó. Su marido no estaba ni tampoco su hija de seis meses. No había cuna, ni otra cama fuera de la cual se había levantado, ni ropa de hombre o de bebé. Y ese olor, esa cosa hedionda que no podía determinar y que le bloqueaba el pensamiento cuando más lo necesitaba para poder atar cabos y descubrir la verdad.

Comentarios

Jerónimo ha dicho que…
Aunque en orden cronológico me hubiera correspondido comentar primero a Perla y luego a Nina, me dio lástima que pobre Nina no sólo sufre de despertarse maloliente y en una pocilga, en lugar de perfumada y en su hogar prolijo, sino que ni siquiera tiene comentario alguno. Pobre Nina, qué abandono! Yo supongo que para ella todo este cuento es la descripción de una terrible pesadilla y cuando se despierte de veras, se encontraá con su marudo, su hija, olerá a fragancias suaves y estará en su hogar resplandeciente. Así se lo deseo.
Besos
Jerónimo
Raquel Barbieri ha dicho que…
Jerónimo,

Ojalá suceda lo que vos deseás para Nina.
Gracias por tu aporte, y por estar...

Besos :)

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