Enamorada del amor



No tengo el hábito de escribir lo que me pasa por la cabeza todos los días de mi vida; más vale tengo tendencia a una cierta facilidad para escribir historias, pequeñas novedades, algunas anécdotas cómicas…quizás un día se las haga leer al que sea mi amor, no lo sé. Muchas cosas para decir hoy. La primera es que amé hasta morir a la persona con la que compartí mi vida durante casi dos años, Pascal, quien todos los días me mostraba una nueva faceta de su personalidad que iba subyugándome más y más. Él era un artista, un hombre silencioso y de presencia fuerte a la vez. Pascal, eras excepcional, todo en vos lo era, el sonido de tu voz, tus gestos, tu manera de explicarte, tu rostro, tus ojos, tu olor…

Mi Pascal amado, mi Pascal perdido. El azar hace bien las cosas. Mi vida sería tan diferente si no te hubiera conocido. Yo sería aún una adolescente, una pobre colegiala, perdida en sus libros y en sus gafas, riendo y llorando a la vez. 
De vez en cuando, lloro como todas las mujeres, como casi todas las mujeres que todo el mundo considera invencibles. Los hombres piensan que las mujeres fuertes no sufren. Ingenuidad, egoísmo, los hombres. Y no tengo tendencia a ir hacia quienes bajan los brazos, que se sienten débiles; si uno quiere algo, no hay preguntas que hacerse, se hace todo para ir tras ese algo, aún si eso exige ciertos sacrificios, si no, es que realmente no vale la pena. Y se da tanto en el amor como en el trabajo. Tomar riesgos, pero… ¿Siempre? ¿Hay alguna ventana abierta, una puertita? ¿Un agujero? ¿Hay que avanzar de todas maneras? ¿Y la libertad del otro? ¿Problema de confianza en uno mismo? ¿Problema de confianza en el otro? O quizás todo sea simplemente un problema de paciencia. 
Hay que tener paciencia, si no, mírenme.

Lo último de mi día es mi pequeña miseria… y lucho, una lucha de todos los instantes para no volver a pensar en él… ya no pensaba más en Pascal de ese modo, pero sí en el otro, en el que ya no me habla y cuyo nombre no puedo pronunciar, al menos por ahora. No sé por qué. Es el período crítico, unas ganas que no son fuertes pero están latentes, viciosas, siempre ahí, acechando ; vivo veinticuatro horas sobre veinticuatro… la tentación es fuerte, la voluntad también; queda saber quién de las dos ganará, el resultado se verá con el tiempo… acabo de escribir el resultado puro y duro del vaciamiento de mi mente, en fin, una parte, porque si debiera escribir todo lo que hoy me ha marcado, me encontraría sentada en el mismo lugar mañana a la mañana… y estoy sola. Pascal, mierda… ¿Por qué te moriste ?


Vivir en el centro de Bruselas, en un departamento lo suficientemente grande para los dos y poder irnos el fin de semana, casi todas las semanas cuando el trabajo nos lo permite… es el placer de a dos. Hay un Paul, y es Paul quien me ha dado el gusto de partir a la aventura de esta manera, los fines de semana y sin saber demasiado bien a dónde vamos. Él ve que mis pensamientos vuelan hacia otro lado, pero su voluntad es férrea y construye un reino de fin de semana para mí. 
El sábado al mediodía, estaba previsto que almorzaríamos juntos en un pequeño restó que se parece al Café Momus de La Bohème, en la planta baja de donde paramos. Siento mi cuerpo otra vez; la sangre nada en las venas, hay algo de ópera en el aire, en el ambiente, un aroma que respiro y me recuerda a mis días de cantante. Sí, se oye una parte de Carmen durante el almuerzo en el restó. Paul habla de algo del coche y me mira. Yo no escucho nada, sólo a Carmen diciendo que la carta que ha salido es La Muerte.
Hemos encontrado un hotel maravilloso con vista al mar, un viejo castillo realmente espléndido, muy romántico, pero yo pienso en Pascal, en su olor, su música y el sonido de su voz, su pelo, las frases, la respiración, él mismo. De inmediato miro a Paul, más bello, más joven que él, menos interesante que él, menos amado por mí y quiero ser feliz. Quiero levantarme mañana y enamorarme de golpe de Paul, como si él fuera Pascal o el otro cuyo nombre no puedo confesar. Pero es Paul quien está conmigo. Es el único que se ha quedado conmigo y que se quedará. Me ama, aún cuando no me comprende, el pobre. No… yo, yo soy la pobre porque sigo enamorada de un muerto y del otro que está casado y es imposible. Paul es feliz. Él vive con la mujer que ama hasta la locura.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Sor Constance

Breve encuentro

Buena