El amanecer de Chiara
Chiara tenía miedo de ir a dormir por las pesadillas que la acosaban sin tregua desde que tenía memoria.
Cuando el irse a la cama era el placer de casi todos, para ella significaba meterse voluntariamente en una trampa mortal puesta por un cazador de mirada punzante y mentalidad fría. Así lo intentó todo, desde probar infusiones orientales de sabor sospechoso que a otra gente surtían efecto, hasta hacer ejercicios de control mental, yoga, y relajación y también dejar de cenar para no tener el estómago lleno a la hora de acostarse.
Las pesadillas seguían su curso y parecían ser inmunes a cualquier tipo de modificación en las rutinas de Chiara. Era dormirse y caer en un pozo oscuro en donde los rostros perdían su lozanía para adquirir una tonalidad entre tiza y azufre y un hedor metálico. Allí estaban todas las situaciones que en la vida real no quería ver, las que negaba.
El problema la llevó a aislarse. No fue de inmediato, sino que sucedió paulatinamente. Como dormía mal, al otro día estaba idiotizada por el cansancio, y en parte, porque su mente no podía extirpar las visiones y sonidos desagradables que le arruinaban su vida onírica y trasladaban el tormento hacia la vida despierta. Con su mente casi ausente, no podía relacionarse bien con los demás y su trabajo iba decayendo en calidad, posteriormente también en cantidad. Y como Chiara fue alejándose y tomando una actitud torva hacia los otros, empezó a hablar consigo misma, dado que sus amigos fueron retirándose de a poco de su vida.
Su novio, la dejó disimuladamente y ni siquiera vino a avisárselo en persona; se limitó al teléfono para no dar la cara.
Y un día, cuando Chiara ya no esperaba nada más de la vida, salvo pesadillas espantosas y una soledad no elegida, despertó y se dio cuenta de que había dormido en paz, sin el fantasma del espanto rodeándola. Se dio cuenta que había un aroma a plantas y que su despertar era tranquilo y feliz, y que unas ganas de empezar la jornada y ocuparse de su casa, sus plantas, sus perros y las compras la invadían. Estaba llena de energía.
Y así volvió a pasar al día siguiente, y al otro, y así hasta el día en que se quedó plácidamente dormida para siempre, en la víspera de cumplir un siglo de edad.
Comentarios
Besos
Jerónimo
Como siempre tus textos atraviesan la piel de los personajes. Lo desnudan.
Un abrazo querida amiga-
Me encantan tus conjeturas, y de hecho, quizás haya sido todo una gran pesadilla prolongada, que Chiara no volvió a tener y listo, pero imaginemos que sí, que realmente fue amenazada desde chica por imágenes espantosas que cobraban vida al dormirse y le quitaban energía vital en la vida de vigilia. Si un día, esa realidad cambió, Chiara pudo apreciar la vida y hacerlo con intensidad, disfrutando de todo lo que antes no podía.
Me encantó lo que le auguraste, que el novio querría hacer el amor todas las noches (nada mal, por cierto y muy curativo), pero no creo que ella aceptara al que se fue de esa manera.
Gracias&Besos :)
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Beatriz,
La mayoría de la gente utiliza mal su tiempo. Se llena de actividades triviales para matar el tiempo en vez de ganar y gozar el tiempo, y muchas personas gastan tiempo en conversaciones estúpidas y falsas que no conducen a nada verdadero, perdiendo así más tiempo valioso; todo por el miedo a conocerse y conocer al otro tal cual es.
Sobre el tema del tiempo y su uso, tendría que escribir en el otro blog. Coincido con vos en cuanto a que el tiempo nunca es corto si aprendemos a disfrutarlo.
Gracias y un abrazo, amiga :)