Desde la pila bautismal no dio pie con bola con los hombres. Francesca recibió accidentalmente del cura, un golpe en la frente porque una mosca molestó al sacerdote en el ojo izquierdo mientras le vertía el agua del bautizo a la pobre beba. En un acto reflejo le dio algo así como un manotazo y la pequeña flamante cristiana se largó a llorar desesperadamente. Y a partir del mal comienzo con el género masculino, todo se fue por esa canaleta, y cada vez que Francesca conocía a un chico, de un modo extrañísimo… todo se derrumbaba de la noche a la mañana. Entonces, ella pensaba que la próxima vez sería mejor, pero era peor, y si el muchacho en cuestión no era un neurótico sin remedio, resultaba ser un tarado que sólo hablaba del tamaño del pene de todo el mundo o se miraba el trasero en el espejo preguntando si no era lindo, cosa rara en un hombre heterosexual. Dejando entonces de lado a los neuróticos obsesivos, a los que tenían olor axilar, a los de la halitosis crónica, a los ...