Siempre fui raro, en el mejor y en el peor sentido de la palabra, y no era ahora cuando mejoraría alguno de los síntomas que me hacían sentir esa extrañeza que a los otros parecía hacérseles evidente con solo conversar conmigo un rato. Yo quise ser más convencional, pero mi naturaleza se impuso y me rendí. Recuerdo que la primera vez que me sentí extraño, como salido de mi propio cuerpo, fue hace veinte años, cuando terminé la carrera de filosofía y nadie me felicitó. El hecho de no recibir siquiera un solo saludo me inquietó, pero, aun así, no terminé de darme cuenta de que había algo mío que provocaba sentimientos negativos en los demás. Solía querer a mucha gente, a personas que hoy me son indiferentes y a otras que odio. Ahora no siento amor por nadie. Me tildaron de raro y decidí vivir acorde a la rareza; dediqué mi vida a incomodar al prójimo, a hacer exactamente lo opuesto a lo que se esperase de mí, y le tomé el gusto. Me convertí en el sujeto a quien los demás temen...
Comentarios
El amor no es un patrimonio de la perfección. Por suerte es un sentimiento que nos traspasa la piel sin percatarse del color o de la belleza de la misma.
Lo maravilloso es vivirlo.
Un abrazo y felicitaciones por estas semblanzas tan de la vida real.
Besos
Jerónimo
Yo también prefiero que Ángela haya conocido la pasión, a que muriera sin saber lo que se siente y lo que se genera en la otra persona, enriqueciéndose ambas partes.
Gracias por todo; ya pasaré por tu blog porque tengo un par de cosas sin leer y realmente son letras balsámicas que aprecio.
Un abrazo fuerte
...
Jerónimo,
Puse la máscara veneciana para dar la idea de la belleza relativa (o de la fealdad). Primero habría que escuchar al otro, leerlo y por último, verlo.
Así es como se ve a la persona tal cual es, y no en orden inverso.
Creo que si bien la belleza superlativa física masculina o femenina es la entrada directa al éxito fácil y al veloz enamoramiento del otro, también a veces nos une con personas inadecuadas.
Los más comunes, los bellos a medias, los que no paran el tránsito vehicular (al menos no siempre), pueden irradiar más sensualidad y carisma que los hermosos, quienes suelen ser gente más fría, dado que como decía Platón, cuando se está demasiado consciente de la propia belleza, y pendiente de cuidarla y ad-mirarla, la persona no se toma tiempo para profundizar, y termina siendo tonta.
Coincido contigo, ya que más vale haber tenido un período de dicha y poder recordarlo, que no haber podido vivirlo por falta de oportunidades, por no haber logrado despertar algo precioso en el otro.
Besos
buen fin de semana.
¡feliz Navidad!