Rosa, vestida de novia, con su piel cetrina y fría, con su flacura exacerbada por la falta de alimento y líquido, recién salida de la morgue, se presentó en la iglesia en donde supuestamente tenía que casarse ella con Edgardo... ella y no la otra, la que ahora estaba al lado de su amado novio a punto de dar el "Sí". Rosa llevaba puesto un vestido hecho por ella misma, con sus propias manos cargadas de amor por ese hombre que ahora se casaba con una mujer totalmente distinta a ella. El vestido de Rosa tenía bordados, puntillas, detalles personales; era sencillo y sofisticado a la vez. Cada costura había sido dada pensando en la emoción que Edgardo le producía cuando hablaba, cuando comían juntos, cuando hacían el amor. Edgardo, su sueño hecho realidad. La nueva mujer del ut supra mencionado era una rubia teñida más, una mina común y corriente que hablaba de temas triviales, sin sustancia al igual que ella. Se planchaba el pelo, usaba las uñas esculpidas, se maquillab
Comentarios
El amor no es un patrimonio de la perfección. Por suerte es un sentimiento que nos traspasa la piel sin percatarse del color o de la belleza de la misma.
Lo maravilloso es vivirlo.
Un abrazo y felicitaciones por estas semblanzas tan de la vida real.
Besos
Jerónimo
Yo también prefiero que Ángela haya conocido la pasión, a que muriera sin saber lo que se siente y lo que se genera en la otra persona, enriqueciéndose ambas partes.
Gracias por todo; ya pasaré por tu blog porque tengo un par de cosas sin leer y realmente son letras balsámicas que aprecio.
Un abrazo fuerte
...
Jerónimo,
Puse la máscara veneciana para dar la idea de la belleza relativa (o de la fealdad). Primero habría que escuchar al otro, leerlo y por último, verlo.
Así es como se ve a la persona tal cual es, y no en orden inverso.
Creo que si bien la belleza superlativa física masculina o femenina es la entrada directa al éxito fácil y al veloz enamoramiento del otro, también a veces nos une con personas inadecuadas.
Los más comunes, los bellos a medias, los que no paran el tránsito vehicular (al menos no siempre), pueden irradiar más sensualidad y carisma que los hermosos, quienes suelen ser gente más fría, dado que como decía Platón, cuando se está demasiado consciente de la propia belleza, y pendiente de cuidarla y ad-mirarla, la persona no se toma tiempo para profundizar, y termina siendo tonta.
Coincido contigo, ya que más vale haber tenido un período de dicha y poder recordarlo, que no haber podido vivirlo por falta de oportunidades, por no haber logrado despertar algo precioso en el otro.
Besos
buen fin de semana.
¡feliz Navidad!