Un día gris de mayo, cuando el hombre inasible se despertó y miró su cuarto como cada mañana, en vez de ver sus muebles, su colcha, sus sábanas, la ropa de él y de su mujer sobre la silla al lado de la cómoda… no vio más que el rostro de aquélla a la que tiempo atrás le prometiera una cita que nunca cumplió. No es que en principio no hubiera pensado en ir y verla un ratito en un lugar neutral y cumplir—digamos, en un café céntrico, ocupando una mesa al lado de la calle, por si ella era una loca—es que en realidad no lo había entusiasmado nunca esa cita, pero no supo decirle que no de algún modo, fuera ese modo elegante o no. Y fue dilatándola, hasta hacerla desaparecer por omisión. Sucede que ella era tan amorosa y complaciente, tan llena de entusiasmo, que a él le daba pena infligirle el ninguneo explícito; ninguneo que de todos modos llevó a cabo y fue peor, porque acorde pasaba el tiempo y la cita no se producía, ella se daba cuenta de que él nunca había querido ese e...
Comentarios
El amor no es un patrimonio de la perfección. Por suerte es un sentimiento que nos traspasa la piel sin percatarse del color o de la belleza de la misma.
Lo maravilloso es vivirlo.
Un abrazo y felicitaciones por estas semblanzas tan de la vida real.
Besos
Jerónimo
Yo también prefiero que Ángela haya conocido la pasión, a que muriera sin saber lo que se siente y lo que se genera en la otra persona, enriqueciéndose ambas partes.
Gracias por todo; ya pasaré por tu blog porque tengo un par de cosas sin leer y realmente son letras balsámicas que aprecio.
Un abrazo fuerte
...
Jerónimo,
Puse la máscara veneciana para dar la idea de la belleza relativa (o de la fealdad). Primero habría que escuchar al otro, leerlo y por último, verlo.
Así es como se ve a la persona tal cual es, y no en orden inverso.
Creo que si bien la belleza superlativa física masculina o femenina es la entrada directa al éxito fácil y al veloz enamoramiento del otro, también a veces nos une con personas inadecuadas.
Los más comunes, los bellos a medias, los que no paran el tránsito vehicular (al menos no siempre), pueden irradiar más sensualidad y carisma que los hermosos, quienes suelen ser gente más fría, dado que como decía Platón, cuando se está demasiado consciente de la propia belleza, y pendiente de cuidarla y ad-mirarla, la persona no se toma tiempo para profundizar, y termina siendo tonta.
Coincido contigo, ya que más vale haber tenido un período de dicha y poder recordarlo, que no haber podido vivirlo por falta de oportunidades, por no haber logrado despertar algo precioso en el otro.
Besos
buen fin de semana.
¡feliz Navidad!