Roberta
Compré este cuaderno para descargarme cuando me siento sola y triste. No sé cómo empezar a escribir algo porque hoy precisamente, no siento la inspiración, pero desde aquel viaje a India, si bien sigo siendo tan occidental como antes y el olor del Ganges me trajo reminiscencias del Riachuelo y en consecuencia alguna náusea, algo nuevo y divino ha aflorado en la persona que soy. De otro modo, encontrándome en donde me encuentro hoy, ya estaría completamente desquiciada.
Es como si antes sintiera casi permanentemente una revolución interna caótica y ahora ese caos hubiera mermado y tomado forma; como si de un cuadro cubista, se llegara a uno de Leonardo por mutación natural. En mi interior reinaban el cubismo y la forma abstracta, y ahora sé concretamente qué me lastima, qué me duele y qué me hace gozar, vibrar y llenarme. Me conozco.
Pensando en la escritura como camino hacia el autoconocimiento, empecé a escribir en forma poética para probar, pero mis poesías son pobres y las muchas que escribí, duermen en archivos ultrasecretos que ni siquiera me atrevo a leer porque me da vergüenza. Pienso en qué fácil me resulta escribir cualquier cosa desde lo delirante hasta lo más realista, siempre que sea prosa, y qué difícil es componer una poesía que no sea una mera coincidencia de sonidos que riman y nada más. Por eso admiro a los que saben escribirlas, y lo hacen como yo amasaba fácilmente una pizza para la cena. Me cuesta hablar en tiempo pasado, pero lamentablemente, ya no sucede.
Qué rico... comer una pizza... y hace tanto que no como algo sabroso, que a veces, se me llena la boca de saliva y deseo algo más que ese guiso insípido y la sopa indecente cuyo sabor está entre el corcho, la zanahoria y una dosis de pimienta algo exagerada. Hay que echar algo en el estómago, y se aguanta, claro. Cuando no hay otra cosa, uno aguanta lo que venga. Y hay que poner la mente en el viaje a India, en las pequeñas glorias pasadas, en alguna palabra de amor recibida, y en la esperanza de salir de esta cucha alguna vez.
No soy culpable, pero todas dicen lo mismo y cuando tanta gente miente descarada y masivamente, es difícil defender una verdad. Yo tendría que estar en mi casa, no acá. Necesito escribir aunque no sepa por dónde empezar, aunque me sienta incómoda con las obscenidades que escucho y vivo a diario. Yo no soy tosca ni guaranga y estoy notando que para defenderme, digo cosas espantosas que no creí vivir para pronunciar.
Empecé a creer que existe el karma y que más allá de las elecciones, hay un destino para cada uno, que no todo está en nuestras manos.
Voy a escribir una poesía instantánea, lo primero que venga a mi mente evocando un gran momento de libertad, igual nadie la leerá hasta que esté bien muerta porque empecé mi diario íntimo para tener con quien hablar y no porque tenga planeado publicarlo alguna vez. Quizás pase cuando ya no me entere... sí, en mi mente vuelo y me siento Emily Dickinson enclaustrada en su dormitorio, desde allí viajando con esa mente brillante y apasionada por el mundo que no conoció físicamente.
Y acaricié tu pelo por primera vez esa noche tibia
Cuando la Pascua llamaba al reposo
Y nosotros caminábamos
Barrancas abajo
Allá por Belgrano.
Cielo abierto, ni una nube pasaba
me contabas tu vida
y de la mía, algo confesaba
Barrancas arriba
Luna plateada.
Y recuerdo todo como si fuera hoy
pasó ya ese tiempo generoso
En que la sola presencia del otro era un premio
Ganado en la lotería del destino
Donde no existe el dinero.
Se fueron nuestros pasos felices por la plaza
Se fue la luna llena y se llevó su destello
Se fueron las risas y los besos
Y no quedó nada.
Menos que nada.
Tengo que dejar porque viene la guardia y no limpié mi celda. Te guardaré bajo el colchón junto con dos porros que me trajo la colorada. Seguiré cuando todas duerman y se filtre por ese resquicio, el hilo de luz que viene del pasillo. Tengo tantos años para acostumbrarme a ese hilo de luz, que sé que un día no reconoceré más que lo que se vea desde su proyección, y me pasará como a aquellos habitantes que Platón contaba de las cavernas. Llegaré a ver la realidad distorsionada, y no será mi culpa. Sé que es posible que me vuelva loca en la cárcel alguna vez, no ahora que aún conservo la paz que despejó mi caos. Esto pasará dentro de algún tiempo, cuando sienta claustrofobia, pero sé que mi diario me ayudará a dejar un testimonio para que alguien lea y me conozca, y que se sepa que una vez existió Roberta Brunelli, ya que nadie me visita.
Comentarios
Besos
Jerónimo
Es cierto: Roberta es culta, no proviene de una familia pobre precisamente y por suerte, no está en una cárcel cubana.
No puedo decirte qué le pasa... sí es inocente, pero no te diré de qué crimen. Quiero que cada cual lo imagine y también, que la interpretación de cada lector sea válida. Yo apunto a algo que si alguien lo interpreta, soy capaz de darle un premio.
Hacé una vaquita y mandame una de esas pizzas que mencionaste a mí. Amo la comida hecha en horno de leña. De hecho, existe el proyecto de comprar un horno de barro para la terraza.
Besos y gracias :)