Croacia Kovacevic Malfitano


Hija de un simpático verdulero croata y de una patética cantante de tango argentina, Croacia comenzó a dar sus primeros pasitos en el patio sucio de su casa estilo chorizo en el barrio de Villa Urquiza, en donde la tanguera y el muchacho de la lechuga nunca se dignaban a baldear como Dios manda, porque buenos eran, pero le daban poco al agua y al jabón. Entonces, la nena terminaba la jornada de caminata y caída, con las piernas y los brazos negros de mugre… y ella reía porque sus padres eran buenos y cariñosos.

Croacia fue creciendo por fuera y por dentro, mientras sus padres empezaban a quedar relegados poquito a poco de su vida, no por desprecio de ella hacia ellos, sino por una falta total de intereses en común que fue provocando el distanciamiento. Mientras crecía, más parecía que Croacia pertenecía a otra familia. Empezó a observar a su padre, a escuchar lo que opinaba sobre las cosas, y se dio cuenta de que siempre había hablado de lo mismo: Los precios, la verdura, el motor del auto, el chapista, la comida, los precios, la verdura, la verdura y el mercado central, el chapista, la gomería, otra vez el motor de la camioneta, la comida… y los precios.
La madre siempre estaba fumando, cantando mal muchos tangos y hablando como si recitara, así como hacen algunos tangueros canyengues, con esa cadencia que le copiaron a Gardel. Y esta buena mujer, más allá de sus comidas pasables y de su cariño magnánimo, no hacía más que hablar de tango, del club del barrio en donde cantaba los sábados a la noche para los jubilados, más tango, más pintura de ojos, y nunca un tema en donde Croacia pudiera sentirse cómoda y parte.

Sin que ellos se enteraran, la hija tuvo una vida en paralelo, y no por afán de ocultar nada, sino porque vivía con dos muros y cada cual estaba en lo suyo, solían hablar al mismo tiempo, y no atinaban a preguntarle nada a la callada hija sobre sus preferencias, ideas, ideales, expectativas. Daban por sentado que la vida es así y no puede ser de otra manera. Todo fue hasta que un día, Croacia se fue y dejó una carta para el croata y la tanguera, en donde les comunicaba que se había ido a Croacia en donde había sido aceptada por sus calificaciones del colegio secundario, con una beca para estudiar la carrera de Derecho en la  Josip Juraj Strossmayer University of Osijek Faculty of Law, ni más ni menos.
Ambos padres se quedaron secos, petrificados, con la garganta anudada antes de largar el llanto. Cada cual a su manera, se había dado cuenta de que nunca habían escuchado a su hija cuando ella quería contarles cosas fuera de los precios, la pintura de ojos, la verdura, el tango, el mecánico, el motor del auto, Gardel, los jubilados, el club del…


Comentarios

Jerónimo ha dicho que…
Creo que el caso de la chica del barrio, hija del verdulero croata, es muy común en las clases emdias bajas, sin querer por esto ofender o insultar a tales familias. No les interesa nada fuera de lo más vulgar de la vida cotidiana, su trabajo (porque les da de comer), su entorno inmediato (sean las verduras o los tangos), el cuidado de su autito en los fines de semana y agreguemos, el partido de futbol por TV, para no gastar en las entrada al popular en la cancha, con una cervecita fría rodeado de amigotes de la misma calaña. Mientras la mujer se siente a fumar al frente de su casa con otras mujeres de SU calaña, en chancletas y con ruleros, quizás una bata algo raída, limándose las uñas y con rouge algo corrido en su boca. Croacia aborrecía esta mediocridad y se fue a estudiar al país de su origen a la Facultad de Derecho. Será una abogada croata, especializada en derecho internacional, justo para cuando Croacia entre también en la Unión Europea, lo que ocurrirá en breve, y hará carrera en la sede de la UE. Pero sus padre segurián entre verduras y tangos su vida chata y aburrida a la que están condenados.
Besos
Jerónimo
Raquel Barbieri ha dicho que…
Hola Jerónimo,

La verdad es que es evidente que entre Croacia y los padres, hay un abismo que ni siquiera puede ser franqueado por el afecto. Manejan distintos códigos, sus mundos son paralelos, hay una desconexión absoluta.
Quizás, esto haya servido para que ella fuera independiente y se mudara sin culpa ni nostalgia a Croacia (no sabía lo de la especialización en Derecho Internacional... hasta ahí no me había llegado la información, gracias).

Gracias y besos :)

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