Marlene
Tras estas puertas vive Marlene, lamentablemente pronunciado su nombre así como se lee en castellano, sin quitarle la e final, lo que hace que todo quede cursi, como cuando a la calle Molière se la pronuncia como se escribe y pierde la dulzura natural. Y Marlene, pronúnciese como se pronuncie, espía por detrás de las cortinas de voile de la puerta de doble hoja, a ver quién pasa, no sea cuestión que algún día le diera por volver a Santiago y ella no esté preparada.
Desde que él dijo que se tomaría un tiempo para pensar, ella lo tomó al pie de la letra y se dedicó a esperar que ese lapso de tiempo pasara, sin saber exactamente en dónde poner el límite.
Si Santiago no pensara en regresar, le habría avisado de algún modo, así que mientras no avise, él puede llegar de un momento a otro y para eso, Marlene sale lo mínimo indispensable, no vaya a ocurrir que a Santiago le dé por aparecer y ella no estar.
Todas las mañanas, sin excepción, Marlene se levanta a las siete y después de regar las plantas, lavar los pisos, bañarse y abrir las ventanas, coloca el taburete del piano detrás de la cortina de voile de la puerta y mira hacia la vereda, se concentra en la imagen de Santiago llegando, Santiago decidido a retornar al amor verdadero; a veces se concentra tanto, que hasta le parece verlo.
Llega el mediodía, Marlene prepara su almuerzo, no ocupa el teléfono por si Santiago llamara y come mirando una novela centroamericana absolutamente inverosímil y artificial que a ella la hipnotiza y le alimenta su obsesión.
Si hay que salir a hacer una compra, se sale; si hay que visitar a alguien, Marlene sufre pensando en que en el mismísimo momento en que ella esté en casa del tal alguien, Santiago tocará el timbre y al ver que no hay nadie, se irá, esta vez para siempre.
Por la noche, antes de dormir, Marlene tacha con marcador rojo el día que ya ha terminado en el calendario, como una presidiaria, y vive esperando el mañana deseando que el hoy se vaya lo más rápidamente posible.
Toma la pila de calendarios que tiene sobre la cómoda y los mira.
Hace once años que Santiago dijo que se tomaría un tiempo...
Comentarios
El no desesperar mantiene la ilusión, aunque ello suponga para ella como mujer anular su propia identidad. Ella es en cuanto tiene la capacidad de creer en ese regreso.
Leyéndote estoy mientras desayunos en esta mañana primaveral.Y disfruto.
Sé que debería entrar más a comentar porque tus textos lo merecen, pero sé que estarás enterada que por aquí las cosas no están muy fáciles y hay que darle prioridad a aquello por lo que nos pagan. Mientras sigo escribiendo, pero con limitaciones por que el tiempo me limita. Y ya sabes que el arte muy pocas veces nos da para vivir. Acaso para quienes lo amamos
sólo para disfrutar con él. Que ya es muchísimo para alimentar la sensibilidad.
Un abrazo amiga
Creo que si no fuera por las fantasías que alimenta, Marlene estaría muerta o enterrada en una pila de acumulación de cosas y su casa sería un caos. En cambio, ella se esmera en mantener todo en perfecto estado porque está segura de que Santiago va a volver.
Yo tampoco estoy entrando mucho a comentar a ninguna parte, no te preocupes, y entiendo la situación por la que están pasando allá. First things first.
Siempre leo tus poemas, no siempre los comento porque a veces no tengo algo distinto para decir y no me gusta ser reiterativa (aunque en ocasiones sin querer lo sea).
Gracias por pasar de visita con tu desayuno por aquí.
Un abrazo para vos también :)
Besos
Jerónimo
Si él estuviera en las mismas que ella, te digo que pensaría que entre los dos, no hacen uno... sólo una gran montaña de calendarios tachados con marcador rojo.
Besos