Umbria


Umbria está sola, triste y sin ganas. Los años han ido pasando sin que se diera real cuenta de que la última década se consumió como cigarrillo fumado al viento, así de veloz, casi violentamente. Y ahora que se ha dado cuenta de que el tiempo no vuelve atrás, que ningún día perdido se recupera, Umbria ha decidido morir porque no hay quien la quiera profunda y verdaderamente. 
Hasta ayer sintió que alguien la amaba, y hoy sabe que no es así, que ella es prescindible, no digo descartable pero sí cambiable, olvidable, innecesaria, y con esos atributos por demás deprimentes, no tiene voluntad de seguir viviendo. Ella se siente como esos regalos que no gustan tanto, que no parecen merecer que el agasajado los estreche contra su pecho y sonría, esos presentes que la gente guarda envueltos en el fondo de un ropero y olvida, hasta que se muda y encuentra el objeto sin recordar quién se lo había dado con ilusión.

Umbria sabe que el día menos pensado, cuando nadie lo presienta, quizás el día en que la vean contenta y radiante, se quitará la vida, porque hay vidas que valen la pena ser vividas, por amor, por méritos, talento, por lo brindado a los demás, por lo que sea que a ella no le pasa y querría que le pasase. 
Su vida es una imitación de lo que podría ser una vida con todas las letras, un boceto, un borrador, tal vez, el equivalente al prefacio de un libro, pero sin el contenido del libro.

Umbria sufre, y nadie se da cuenta porque acostumbrados a que ella sea siempre quien levantó el ánimo de los demás, no la conciben triste, no preguntan, se alejan, y así entonces, cuando ella muera, seguramente se preguntarán si Umbria tenía un problema, si se sentía sola, triste, descorazonada, desgarrada, abandonada, infeliz. Y no faltará quien exclame que debió haber hecho algo más por ella, como tampoco faltará quien pregunte si le ha dejado algo en herencia.

Es un ave a la que le falta un ala, aunque no le falta de nacimiento. 
Fue mutilada.

Comentarios

Beatriz ha dicho que…
Cuántas Umbrías dando tanto sin esperar nada de nadie, porque nadie ha sabido, o han preferido o se han acostumbrado a "un alma que deambula" y desde su insensatez o desde su acomodo prefieren pensar que las almas no lloran, ni sienten Sombras generosas sombras que a veces se apagan sin ni siquiera haberse emocionado aunque más no sea con una flor inesperada a la hora del desayuno

Hermoso, profundo.

Un beso amiga-
Raquel Barbieri ha dicho que…
Querida Beatriz,

Tu comentario es en sí un microrrelato y encierra la profundidad de lo que quise expresar con la historia de Umbria.

Muchas gracias y besos :)
Jerónimo ha dicho que…
Qué vida triste la de Umbria. Hasta su nombre parece una sombra. Vive a la sombra de los demás, esparciendo buena onda, sin recibir nada en cambio. No es extraño que ya no tenga ganas de vivir, aunque quizás de golpe se le presentará un caballero que se dé cuenta de los valores que se esconden profundamente en ella, se enamore y le proponga casamiento. Yo espero que su vida cambie en ese sentido, nunca hay que perder las esperanzas para que todavía pueda ser feliz.
Besos
Jerónimo
Raquel Barbieri ha dicho que…
Jero,

Me parece que ya es demasiado tarde para Umbria. Los cuentos de hadas con finales felices sólo existen en las páginas de Grimm y Pérrault, pero en la vida real, cuando alguien tiene mal karma, raramente es acreedor de maravillas y si las logra, son de corta duración.

Ojalá suceda lo que vos decís. Si me entero, te cuento.

Beso

Entradas populares de este blog

Sor Constance

Breve encuentro

Pigmalión y la puta de turno