Venancia


Si un solo adjetivo tuviera que describir a Venancia, yo diría que era hiperrealista, mucho más que realista, pasada ya de realismo, tan fuera de toda negación de la realidad, que hasta cometía el pecado de ir sufriendo por adelantado, antes de que las cosas tristes sucedieran. 
Venancia era naturalmente fina; no existía en ella el más mínimo atisbo de rusticidad. Le venía en sí. Esa característica le daba un toque de lejanía, la hacía aparecer ante los demás como inasible, aunque hubiera bastado con leer su mirada para saber cuán fácil era acercarse a ella.
Había pasado tantas situaciones perturbadoras desde la infancia, que sin querer, esa inicial cuota de esperanza y optimismo que existe al comienzo de la vida, se le había escurrido por entre los dedos hasta convertirla en una mujer que ya no esperaba nada de nadie ni de la vida. Por lo menos, no se engañaba a sí misma, e intentaba ser lo más veraz posible con los otros, lo cual no siempre era bien recibido, y ella lo sabía, aunque elegía no ser hipócrita.
Para Venancia era preferible dejar en el camino, a veces con dolor, a las personas que le habían mentido en algo fundamental, aunque las quisiera demasiado. Y al mirar el mundo, veía con indignación cuánta gente se pone una careta, una máscara que luego es guardada cuando se está a solas y a veces, ni siquiera se guarda porque ya uno se ha habituado a actuar y el personaje se lo ha tragado y fagocitado. 
Entendía ella que era mucho pedir para algunos que fueran simplemente espontáneos, ellos mismos sin adornos, sin mentiras, sin trampas, así, al natural con los defectos y todo como corresponde a la especie humana, seres frágiles y vulnerables, algunos más fuertes que otros pero normales, personas que saben mostrar su tristeza y frustración cuando la sienten, sin miedo a que los demás piensen que son débiles, porque en tal caso la debilidad radica en ponerse esas máscaras que entorpecen el vínculo pleno con otra persona. 
Y ya que el hiperrealismo de Venancia no le permitía dejar de esperar con resignación el final de toda situación feliz, la fecha de caducidad de los episodios bellos siempre breves en comparación con la duración de una vida, se dedicó a la investigación del espíritu humano, a la observación directa del accionar y el hablar de las personas que trataba, todo para arribar a la conclusión de que la mayoría vive un gran teatro en donde de tanto levantar el telón cada mañana, ensayar y actuar, se termina creyendo que ésa es la vida real, la mejor que se podía tener, en donde la lágrima es tabú y el decir que se está siempre bien, la frase trillada repetida por la gente que teme espantar al prójimo con otra respuesta, o bien, que desea ser enviadiada. 
Venancia se tomó un respiro, dio una vuelta por el jardín mientras pensaba en este tema y al regresar al interior de la casa, fue a la biblioteca a revolver un poco a ver qué se le ocurría leer. 
Le atrajo el lomo de "Los hermanos Karamazov". Hizo lo de siempre, abrió en cualquier página aleatoriamente y encontró estas líneas: “Above all, don't lie to yourself. The man who lies to himself and listens to his own lie comes to a point that he cannot distinguish the truth within him, or around him, and so loses all respect for himself and for others. And having no respect he ceases to love.” (Sobre todo, no te mientas a ti mismo. El hombre que se miente a sí mismo y escucha su propia mentira, llega al punto de no distinguir la verdad dentro de él o alrededor de él, y entonces pierde todo respeto por sí mismo y por los otros. Y al no sentir respeto, deja de amar).

Venancia cerró el libro sintiendo una palpitación... no podía ser que una vez más, ella estuviera pensando en el tema que súbitamente aparecía en un libro, esta vez, de Dostoievski.



Comentarios

Jerónimo ha dicho que…
De dónde habrá salido esta escultura extraña, un ángel que tiene alas, pero es un esqueleto? Y representará el hiperrealismo de esta Venancia tan poco común quien no sólo no miente, sino que tampoco tolera la mentira. No es fácil vivir en el mundo actual con esta forma de ser. Muy atinada la cita de Dostoievski, Venancia encontró la página justa para su filosofía de vida. Me gustò tu historia, no fue escabrosa, como la anterior, la de Sola, sino más bien optimista, de una mujer que desea un mundo mejor.
Besos
Jerónimo






Raquel Barbieri ha dicho que…
Hola Jerónimo,

No sé quién es el escultor, pero es el ángel de la muerte y me pareció una escultura muy adecuada para la personalidad de Venancia y su hiperrealismo.
Seguro que no es fácil vivir en este mundo siendo demasiado honesto con las palabras y el accionar, pero para Venancia, no existe otro modo.
La solución está en juntarse con las personas que se comprometen a lo mismo, creo yo. Hay que estar con los pares y entregar los tesoros del alma sólo a quienes hacen lo mismo. En fin, me alegra que te gustara esta historia que partió al ver la escultura.

Besos

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