Sor Fortunata
Fortunata nació en Zacatecas en mil novecientos setenta, y resultó ser la séptima hija de una familia de clase media, devota toda de la Virgen de Guadalupe y con el catolicismo arraigado hasta la médula, al punto que los padres deseaban que salvo una de ellas, Fortunata, todas se casaran con Cristo y tener así su legión de religiosas particulares.
En una ciudad lejana a la playa, no lindante con el golfo de México ni con el océano Pacífico, existía una distracción menos para las muchachas de la casa, quienes obedientemente habían acatado el dictamen familiar por falta de carácter, por devoción quizás, o porque es más fácil a veces someterse que reaccionar y liberarse, teniendo así que tomar una decisión y poner en riesgo una estructura prefabricada... no sé qué habrá movido a tanta mujer junta a aceptar un mandato sin haber conocido al menos Fresnillo, Aguascalientes o Victoria de Durango.
Inverosímil; siete mujeres criadas para acatar, primero en la casa natal, luego en un convento. Seis destinadas de antemano al claustro y una no.
Siempre me quedó la duda de si de haber conocido otras ciudades, otras personas y otra vertiente de pensamiento, todas se habrían metido a monja.
Me juego a pensar que Maite e Hildebranda se habrían fugado con algún hombre, y no por chusmear digo que más de una vez vi a Antonia mirar con deseo especial a una vecina que se arreglaba cada mañana como para ir al teatro, aunque su trayecto no sobrepasara el de la feria.
Sigo sin saber todo lo que rodea a las seis hermanas de Fortunata, aunque sí me alegra que ella, la que estaba destinada al matrimonio según sus padres, la que no tenía la obligación de ser religiosa, la más bella y vivaz de las siete... en cuanto terminó la escuela se metió al convento y cuando le asignaron su celda, se sentó en su camita angosta y limpia y suspiró: - ¡Al fin en casa!
Comentarios
Qué buena interpretación.
Gracias por pasar
Jerónimo
Me da risa que le hayas encontrado una posible novia a la monja lesbiana en el convento. Quizás haya pasado... ¿Por qué no? De eso no se hablará, aunque sucede, como tantas otras cosas.
La gente (en general) es muy hipócrita.
Los padres de las siete mujeres no se quedaron sin familia, en tal caso, se quedarán sin nietos (y si solamente los nietos constituyen la justificación de la vida de alguien, es porque el alguien y la pareja no tienen nada además de eso que alcance...).
Una pareja es plena y completa cuando sin tener descendencia, aún así se siente feliz.