Zoila


Zoila se levanta a las cinco, entra al baño y parada sobre una palangana enlozada, 
se hace sus abluciones matutinas con una toallita áspera empapada en agua tibia tirando a calentita, previo enjabonamiento cuidadoso y metódico de su cuerpo entero, como en un ritual.  A su lado tiene dos jarras de agua para enjuagarse y una toalla blanca prístina. Así, la sirvienta se dispone a comenzar su día estando limpia y lozana; son para esto las cinco y media, y a esa hora ya está vestida con su uniforme azul lavanda, delantal gris y zapatillas blancas inmaculadas. Se ha peinado con un rodete prolijo y tirante que oculta su hermosa cabellera rojiza que ya deja ver alguna cana o dos, quizás tres pero no más. De su piel y su pelo irradia el aroma a limpio del jabón de lavanda. Ella tiene el olor de la ropa recién planchada y parece recortada de un catálogo.


Zoila cumple. Habla y come poco, lee, no roba, ni piensa siquiera en tomar lo ajeno. Sólo vive para cumplir con su destino de empleada doméstica y sí sueña que es diseñadora de ropa y que las modelos más finas llevan su obra puesta, mientras en algún desfile distinguido, se la menciona y no al pasar, como una diosa de la alta costura: Zoila Leguizamón, nada de prêt-à-porter, no, por favor; la señora dijo que eso es cosa de gente cache sin clase, entonces Zoila diseñará vestidos, faldas, blusas y tapados únicos, a pedido, obras de arte… aunque si además tuviera una sección de prêt-à-porter, su público aumentaría y ella podría vestir con gusto a las clases menos pudientes. 


Zoila se levanta todas las santas mañanas a las cinco en punto, y todavía tiene ganas de soñar con un futuro incierto en donde existe una casa de modas que lleva su nombre. Ella sabe que tal vez no lo logre, pero el mero hecho de pensar que es posible, la obliga a dibujar, a pensar y a leer, a tener sus dibujos guardados en el roperito de su cuarto, envueltos en papel de seda azul para que no se pongan amarillentos con el correr de los años. Esto es lo que hace que Zoila tenga ganas de levantarse cada mañana y sus ganas de vivir aumenten.

Mi mamá me mima, mi mamá me ama, el bebé duerme en la cuna, Odila amasa, Isolda alisa, ese oso me mira, mis amigos me dan la mano, el osito come miel y Zoila lava, friega, cose, pule, encera, cocina, plancha, ordena, seca, sueña despierta y se levanta temprano...


Comentarios

Jerónimo ha dicho que…
Yo creo que Zoila tieme mucha suerte. Es una pelirroja bonita, de excelente figura, quien todavía tiene edad para conquistar corazones y a caballeros apuestos. En una salida de domingo ella se patina en la calle y casi la atropella un auto último modelo. Baja un señor muy fino, bastante desesperado, le ayuda a levantarse y ve con alivio que no le pasó nada, sólo se despeinó un poquito y se le cayó una carpeta que llevaba bajo el brazo. Él también recoge la carpeta y con cortesía le dice a Zoila que le gustaría compensarla por el mal momento e invitarla al Hotel Four Seasons, adonde se dirigía, a tomar el té. Ella está un poco azorada, no se siente adecuadamente vestida para la ocasión, pero él caballero insiste y allá parten. Ya sentados con la tetera de porcelana fina, sandwichitos de salmón ahumado y de jamón crudo español, scones y masitas, él le pide la carpeta, de la cual pudo ver una hoja de refilón que se asomaba. Son los diseños de ella, ya que en los domingos libres acostumbra ir a la Plaza Francia a sentarse en un banco y seguir dibujando, diseñanmdo, soñando. El caballero queda asombrado y encantado por la calidad y audacia de los diseños. No sabe quien es ella, pero deduce por su ropa que debe ser una muchacha de bajos ingresos. Cómo puede imaginar cosas de tanta calidad y preciosura? Le revela que él es dueño de una cadena de boutiques de ropa fina y le ofrece un puesto de diseñadora con un sueldo mensual que supera con creces lo que ella gana en un año. Zoila ni puede creerlo, piensa que el hombre, a pesar de su aspecto elegante y sus modales refinados, le quiere engañar, quien sabe qué clase de designios oscuros están detrás de esta oferta que le resulta increíble. No será un traficante de mujeres, no querrá secuestrarla y venderla a un prostíbulo? Estos pensamientos se cruzan con otros que le dicen que la oferta es real, que ella tiene que aceptar algo que le dará un giro enorme a su vida. Finalmente acuerdan de encontrarse en su oficina al día siguiente a las 10, ella vuelve a su casa y le pide la mañana libre a su empleadora. Ésta asiente muy curiosa, jamás Zoila ha ido a lugar alguno durante la semana, pero siendo tan buena empleada, no le niega la salida. A Zoila, ya en la oficina muy elegante, le espera una secretaria, la llevan a una oficina despampanante, ahí está el caballero de ayer con una señora, quien se identifica como jefa de diseñadoras y un caballero joven y elegante, de traje finísimo y corbata roja, quien dice que es el abogado. El abogado ya tiene el contrato para Zoila, ella firma sin entender nada y de buena fe. Puede empezar a trabajar en cuanto puede dejar su puesto anterior y en principio el primero del mes siguiente. Allí empezó la carrera rutilante de Zoila, quien ahora diseña ropas para más de 100 tiendas del caballero quien casi la atropelló con el auto, se casó con el abogado, tiene dos hijos que van al colegio más caro de la ciudad, pero conserva su bella cabellera pelirroja y sigue lavándose todas las mañanas, sólo ahora con jabón de Gallet y Roget, se seca con toallas mullidas y ya no lo hace a las 5 de la mañana.
Besos
Jerónimo
Raquel Barbieri ha dicho que…
¡Jerónimo!

Qué buena tu historia sobre Zoila... me dejaste pasmada en el buen sentido de la palabra.

Ojalá sea eso lo que le suceda, y que no olvide nunca de donde proviene y que sepa agradecer cotidianamente el cambio de vida que se generó y que sienta que es la recompensa a sus esfuerzos.

Y pensar que cosas así pasan en la vida... en algún punto, eso es el destino. Si ella era naturalmente una mujer de buen gusto y talento, en algún momento la vida tenía que recompensarla, y como Zoila no sabía a quién acudir y hablaba poco, tuvo que producirse ese incidente con el coche del caballero que la llevó a tomar el té al Four Seasons y así descubrirla.

Gracias... aportaste algo muy lindo a esta historia.

Besos,
Rachel :)
Aronson ha dicho que…
Me acordé de Edith. Sí, es mi fijación con esa mujer, qué le voy a hacer.
Me gustó, y me gustó el nuevo vestido del blog.
Besos
Raquel Barbieri ha dicho que…
Gracias, Gi. Me costó decidir la estética nueva del blog.
No sé para cuando, pero te escribiré el cuento "Edith".

Besos :)

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