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Inés

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Inés... viviendo siempre al revés, al punto que ella misma se ha puesto Séni de apodo, así puede honrar su alrevesismo como Dios manda, y dar vuelta todo lo que se cierne en torno a ella: su pasado, su presente, su nombre, su espejo, sus cuadros y los colores, deviniendo Daltoniana casi por necesidad. Inés, con su nombre y vida al revés... ¿Qué pensarías si supieras que tantos te han amado y ni siquiera llegaste a saberlo? ¿Pero qué es lo que lleva a los hombres a callar y a hablar diez, veinte años después, cuando ya es tarde? Que después no la juzguen a Inés por sus dobleces, a Séni por sus elecciones y dudas, por su visión diferente de cómo debe ser vivida una vida para ser denominada "Vida" y no algo más insignificante que eso. Ya no sé hasta qué punto puedo decir que ella vive al revés, si lo que ha dado vuelta es tan lícito como cuando lavamos pantalones y los bolsillos se salen hacia el otro lado, pudiendo así ver lo que realmente contienen esos bolsillos y lo qu...

Uma

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Uma lectora, escritora, pensante, dibujante, sustantivo común como persona, como mujer, escritora y artista... sustantivo propio como Uma, adjetivo calificativo como armoniosa, sensata y melancólica... participio presente como pensante y ardiente; participio pasado como amada, venerada y a veces, olvidada. Qué vida la de algunas bellas, alejadas del mundanal ruido mientras las otras, las comunes, circulan entre los mortales con ímpetus de Marseillaise. Qué candor el de las Umas del mundo que leen a Márai mientras una delicia de chocolate amargo se deshace en sus bocas dulces, de besos solamente dados al elegido, al que se hizo acreedor de un pedacito de cielo que en momentos deviene en infierno, y no precisamente en el de Dante Alighieri. Uma protectora y protegida; amada y amante, sinuosa y avasallante, contemplativa y de armas tomar, una tormenta guardada en una caja, un volcán en el freezer. Creadora de historias de horror solamente para dar rienda suelta a su morbo; artí...

Timotea

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Timotea, morena y fría; madre de un asesino, cerebro del asesinato perpetrado por su vástago. Timotea gimotea, ahora que el nido le ha quedado vacío, ahora que el títere colgado de su ombligo envió a su mujer al otro mundo, vaya uno a saber qué mundo. No fue abusada por su padre ni golpeada por la madre, explotada por su abuelo ni humillada en el colegio. Los únicos recuerdos que nos llegan de ella son de mezquindad para con sus hermanos, de exacerbación del placer en causar discusiones entre sus padres para ser ella la ganadora: Dividir para reinar. Si no existía motivo para que sus padres pelearan, ella inventaba un rumor, que papito querido, te vi con la Rosalba el otro día acá a la vuelta... ¿Qué hacías? Yo no, m'hija, quién es Rosalba? Me pareció que estaban como novios, papito. M'hija, que sería otro. Mamita querida, me pareció escuchar al papi decir qué tetas que tiene la Rosalba... y que usted estaba un poco dejada... pero no estoy muy segura. Ni el padre h...

Santa

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Santa nació en un pueblo de Calabria, acostumbrada a que la mafia fuera parte de su cotidianidad... precisamente esa mafia que supera a cualquier otra en poder y estrategia. Proveniente de una ex familia acaudalada y educada originaria del Reggio di Calabria, Santa era propriamente una regina, una mujer con rasgos faciales de la realeza; nariz, frente y labios principescos, portadora de uno de esos rostros esculpidos en mármol de Carrara y exhibidos en los museos más selectos. En la intimidad, la llamaban Santina. En la escuela, sus compañeras la habían llamado Tina, Ina, Tuzza, pero ella no llamaba a nadie porque hablaba poco, raro en una italiana, pensarán algunos; sin embargo, les diré que no es raro en una sureña. Santa poseía la sabiduría ancestral que se transmite a veces sin palabras, esa riqueza álmica que hace a las personas más fuertes y no por eso más duras... Santa, Santina, Santuzza... ¿De qué estás hecha, querida? Su cultura era vasta y no por herencia sino por gusto...

Engracia

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La puerta de la casa de Engracia era angosta y corta, como su precaria inteligencia; también era de una belleza discreta, como ella y medio antigua, como su nombre. Ella combinaba perfectamente entonces con su puerta y la puerta, con la dueña de casa. Y precisamente la estrechez de su puertita la hacía parecer de cuento de hadas, de historias de pasteles horneados esperando a una alegre familia reunida en derredor de una mesa limpia de madera de quebracho colorado, con terminación rústica... con la rusticidad misma que vivía en la cabecita de la buena Engracia. Nunca entendió el fastidio de sus vecinos al no barrer las hojas que caían todos los otoños creando un tapiz inigualable. También les molestaba que no quitara las matitas asomadas por entre los peldaños pétreos que conducían a la puerta transportadora al mundo mágico de su dueña. Ellos veían desprolijidad en donde Engracia sólo veía arte; criticaban lo que ella disfrutaba y ella, sencillamente estaba habituada a vivir en ...

Nadia

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¿Por qué no vas a la esquina a ver si llueve en vez de estar mirándome como una estúpida? Rajá de acá o te doy vuelta la cara... ¡¡¡Mocosa del diablo, contá de qué te reís así veo si me río yo también!!! ¿¿¿Te estás riendo de mí???... No, no, te lo juro, no me río de vos, es que me pone nerviosa que me grites así... ¡A la escuela no vas a faltar aunque tengas cuarenta grados de fiebre, mirá, no me saqués de las casillas, desagradecida! De los pelos te voy a arrastrar, desgraciada, quién te creés que sos... ¡Por qué me obligás a pegarte! ¿Por qué? ¡Para qué habrás nacido! Nadie te va a querer, nadie te va a querer. ¡Te vas a la cama sin cenar!, ¡Qué fiesta ni qué fiesta, tenés que ayudar en casa y no me pongas esa cara de pato mojado que me da náusea... Nadie te va a querer, nunca, nadie... Nadia, un nombre que en esta lengua de sonidos palatales suena parecido a nadie , nadie te va a querer, nadia te va a querer, nadie o nadia, lo mismo da... una NN dentro de su propio núcleo ...

Trisa

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Trisa vivía colgada en una percha, dentro de un ropero bastante confortable y limpio sin la ofensa del olor a naftalina de otros roperos vecinos, y sí en medio de bolsitas mononas de tul, llenas de ramitas de lavanda y pétalos de rosa. El ropero constituía su morada y allí dentro sucedía todo: comía, bebía, cantaba, lloraba, reía como loca a carcajadas, hacía el amor, cambiaba de parecer, pensaba en mundos insulares rodeados de mares transparentes verdeazulados y fantaseaba con quedarse a vivir un sueño eterno junto a Truman, un pantalón de jean que la visitaba con frecuencia pero que dada su condición, no podía llevarla tan lejos. Trisa amaba a Truman, y por eso, los mares paradisíacos podían pasar a un segundo plano. Truman amaba a Trisa, y por eso la dejaba expresar sus deseos y alguna que otra vez, aunque sólo fuera en su interior o en un sueño, él también deseaba compartir el mar y el sol junto a ella, a Trisa y sin prisa. Trisa vivía al lado de una camisa, añorando la bris...