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Fanny

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Fanny nació de noche y siendo hija de la noche, se acostumbró a no tener miedo de nada. Su madre la amamantó durante un corto lapso de tiempo y su padre, la distinguió por sobre sus hermanos. No pudo evitarlo. En él podía el instinto y no la razón. Había algo interno que hacía que su predilección por Fanny fuera indisimulable. Es que ella fue tan valiente desde el día que nació, que sólo por eso ya era una gema preciosa. Esa noche de su nacimiento, no respiraba al principio y se veía flaquita, como una muestra gratis y no como un original. Sin embargo, fue fuerte y sobrevivió. Al principio parecía una lauchita, pero acorde el tiempo fue pasando, resultó ser bonita y vigorosa, siempre algo solitaria, pero sociable cuando había que serlo. Le gustaba ser acariciada y devolver el afecto de igual modo.  Un día, su padre murió en una pelea callejera y su madre, decidió llevar a cabo la vida de manera independiente de sus hijos. Se encontró otro macho o el macho la encontró a ella...

Hembra

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No tiene nombre porque hipotéticamente podría ser cualquiera de nosotras que caminara sus propias calles con los ojos cerrados y reconociera cada sitio sólo por el olfato y demás sentidos que no involucran la vista. Ella verá siempre al ciego que necesita ayuda para cruzar, a la anciana que aparentemente estúpida, está en realidad obnubilada por algún signo de confusión mental que la ha hecho perder el norte de su brújula interna. La hembra sabrá que la vieja que cruza por el medio de la avenida con semáforo en rojo no es idiota, sino que quizás tenga Alzheimer o lentitud mental y entonces dude de dónde está y necesite ayuda en la calle, no un insulto. Hembra  puede haber nacido en Flores, Almagro, Belgrano, Villa Devoto o Mataderos; quizás en el Gran Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe o Entre Ríos, posiblemente Neuquén. Es probable que venga de España, Italia, Hungría o Israel. Puede ser del norte, del sur, y si es porteña, seguramente tendrá en su hablar, una inflexión ...

Quintaesencia

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Ella era fácil porque era leal y eso parece no seducir a casi nadie. Como era fácil, se tornaba difícil o imposible ante cierta gente que acostumbrada a las mezquindades y la liviandad imperante en la mayoría, se asusta cuando alguien de alma generosa se entrega para ser feliz, sin hacer cálculos, fluyendo para sentirse pleno; en este caso, plena. Ella se sentía llena de gracia, plena, rebosante, infatigable, sedienta de travesuras inocentes, ávida de historias por escribir, curiosa, redimida, redentora, valiente, arriesgada, Mimì, Tosca, Butterfly, Musetta, Isolda, Senta, además de otras. Y paralelamente con todas las cosas buenas, también era demasiado confiada, vulnerable, explosiva y celosa sin motivos; una celosa por las dudas , por si acaso. Ella necesitaba abrir el paraguas antes de que lloviera, y sí…abría paraguas y sombrillas aún cuando todo estaba bien, calmo, y con eso provocaba lloviznas, lluvias copiosas, granizos, tempestades, huracanes que arrasaban con todo lo...

Venérea

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Simón T. había concebido a su hija teniendo sífilis. Él no había contado nada porque el egoísmo era mayor que el amor que sintiera por su mujer. Rita, por su parte, según sus cálculos, había quedado embarazada del sodero, con quien tuvo una aventura fugaz, pero como Simón T. era tan severo y categórico, ella pensó que si le contaba la verdad, él la mataría sin piedad con un cuchillo Tramontina, y la verdad es que ella no tenía intención alguna de fugarse con el muchacho que repartía la soda, y menos aún ganas de morir tajeada. Entonces empezó la escalada inevitable: Simón vivía nervioso pensando en la sífilis que haría estragos en el embarazo de Rita, y Rita, miraba a Simón con cara de culpa porque el hijo que llevaba en el vientre no tenía ni un gen de su marido. La preocupación creciente de Simón fue minando sus ganas de comer, por lo que adelgazó diez kilos, y con el tema recurrente hirviéndole el seso, veía los subtítulos de las películas sin leerlos porque las palabras p...

Eleuteria

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Eleuteria Yakamoto Leguizamón era hija de una campesina entrerriana y de un japonés que yendo a Chile, se bajó en Ezeiza por equivocación. Hasta después de tres años, el nipón no se dio cuenta de su equívoco. Pero un día, una persona compasiva le dio la información correcta y el pobre Hiroshi Yakamoto Taylor (la madre era inglesa) se desmayó en plena calle Florida. En ese instante entendió por qué nadie había ido a esperarlo tres años antes al aeropuerto, por qué nada se parecía a lo que le habían dicho, y por qué ninguna persona decía tener un pololo o una polola. Ya era tarde para Hiroshi Yakamoto Taylor. Estaba encariñado con estas tierras, de manera que decidió quedarse en la Argentina e iniciar una nueva vida, esta vez sabiendo en qué país habitaba. Consiguió trabajo en una fábrica situada en Villa Lynch, en donde se hacían las versiones truchas de los tanques de gas para los coches. Un día, lo mandaron en un camioncito a Nogoyá, Gualeguay, Villaguay, Victoria y...

Roberta

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Compré este cuaderno para descargarme cuando me siento sola y triste. No sé cómo empezar a escribir algo porque hoy precisamente, no siento la inspiración, pero desde aquel viaje a India, si bien sigo siendo tan occidental como antes y el olor del Ganges me trajo reminiscencias del Riachuelo y en consecuencia alguna náusea, algo nuevo y divino ha aflorado en la persona que soy. De otro modo, encontrándome en donde me encuentro hoy, ya estaría completamente desquiciada.  Es como si antes sintiera casi permanentemente una revolución interna caótica y ahora ese caos hubiera mermado y tomado forma; como si de un cuadro cubista, se llegara a uno de Leonardo por mutación natural. En mi interior reinaban el cubismo y la forma abstracta, y ahora sé concretamente qué me lastima, qué me duele y qué me hace gozar, vibrar y llenarme. Me conozco. Pensando en la escritura como camino hacia el autoconocimiento, empecé a escribir en forma poética para probar, pero mis poesías son p...

Bagayo

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De tanto llamarla "Bagayo", se creyó un ser abominable y no merecedor de nada bueno; entonces compró por Internet una máscara del Carnaval de Venecia y decidió vivir tras los muros, sordo ruido. Y sucedió que le tomó el gusto al hecho de vivir detrás de una pantalla, protegida por su coraza sofisticada y enriquecida con encajes italianos y perlas que cubrían también su cabeza y la dejaban totalmente cubierta.  Sólo los ojos se veían tristes detrás de los huecos de su chapa y pintura.  Quienes la conocían, de todos modos siguieron llamándola Bagayo, y los que la veían por primera vez, la llamaron La loca de la máscara, como era de prever . No, no hay manera de salir indemne de este mundo ulcerado por la maldad. No existe escapatoria para las bestias ni para las bellas...