Delirios


Como parejas extraviadas mentalmente hay por doquier, y empiezan poniéndoles a los hijos nombres de cualquier cosa que se les cruce por la mente para terminar dejándolos olvidados en un supermercado, así fue como los padres de Delirios decidieron una noche primaveral, (previa al parto que traería a este mundo pintoresco y caótico a la nena) llamar a su hija Delirios.
Como ambos se culpaban uno al otro de delirar a lo pavote, no encontraron mejor cosa que dejar por sentado y bajo firma legal, que se hacían cargo de otro delirio, aunque éste era un ser vivo que tuvo a su madre en trabajo de parto todo el día.
Delirios creció sana y fuerte, porque ella era de una naturaleza especial y porque sus padres (delirantes) al no caer nunca demasiado en la realidad, vivían construyendo mundos paralelos en donde la podredumbre exterior no tenía cabida, y en cierta forma era mejor eso, que tener a Delirios mirando Crónica TV para saber cuántos muertos había en el día.

Remedios y Milagros (hermanas de la agraciada) solían pensar que sus padres estaban locos, y murmuraban entre ellas, pero cada nombre puesto guardaba una lógica: Remedios se llamaba así porque al ser parida, arrastró junto a ella, la tristeza que su madre padecía en forma crónica, produciendo una risa descomunal en la parturienta y en el marido que no podía creer que su esposa riera con tantas ganas. Por su lado, Milagros se había llamado de este modo porque al salir del vientre, en ese mismísimo instante, su padre sintió asco del cigarrillo y no pudo probarlo nunca más, de manera que Milagritos había obrado el suyo para empatar las cosas en la pareja.
Cuando nadie la esperaba, nació Delirios.



Y un día, las tres se casaron, como en toda familia de bien.
La primera fue Milagros. Ésa se ubicó con un polista distraído que no prestó demasiada atención a la extravagancia de los suegros, ya que entre la yegua que montaba y la novia verborrágica, tenía bastante.
 La segunda en contraer nupcias fue la mayor, Remedios, quien se casó con un malabarista de circo al que conoció escapando de los gases lacrimógenos en una manifestación política, y se fue a dar vueltas por el mundo con su marido artista criado por un par de padres parecidos a los de ella.

Ya grandecita, pasados los cuarenta pero muy contenta, caminó hacia el altar Delirios, en donde la esperaba su enamorado, Manuel Grandeza.
 La hija de la pareja rimbombante terminó llamándose Delirios de Grandeza, y precisamente de eso, ella no padecía.
En la vida, hay muchas incoherencias...


Nota: Gracias a Sabrina B. por la sugerencia del nombre para este relato.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Es muy divertido,aunque en realidad hay mucho de cierto hoy en día en este relato,aunque a muchos nos cueste creer.
Anónimo ha dicho que…
Impecable el relato. Creo que hay una "Delirios" viviendo en cada uno de nosotros. Puede ser de grandeza, o de cualquier otra cosa sobre la que se nos haga fácil delirar.
Raquel Barbieri ha dicho que…
Anónimo I,

Me alegro que te haya divertido. Yo todavía me pregunto cómo sería una reunión familiar entre los cuatro matrimonios aquí mencionados.

Gracias

...

Anónimo II,

Gracias por lo de "impecable"... y sí, realmente todos deliramos en alguna área de nuestra vida porque si no, de tanta realidad, nos ahogaríamos.

Gracias again
Jerónimo ha dicho que…
Cuando uno escucha el nombre Remedios, automáticamente piensa en el nombre de Remedios Escalada, por lo menos si alguna vez estudió historia argentina, porque desde supongo que a un sueco o a un croata el nombre no le significaría nada. Ahora esta Remedios actual se casó con un malabarista de circo de apellido Naso. Qué suerte para él. Porque aunque era habilísimo, a menudo en el medio de su ejecución le corría tanto la nariz que sus ojos se llenaron de lágrimas, no podía ver más y o las pelotas tiradas al aire se le entreveraron o los aros múltiples se le empezaron a caer, en el medio del abucheo del público. El director del circo ya amenazó con rebajarlo a barrer la bosta de los leones, cuando después desde su boda su nariz de golpe se curó totalmente, sus ejecuciones cada vez más difíciles resultaron perfectas y el público lo vitoreaba. Al final de cada función se puso a lucir su remera con la inscripción: "Gracias a mi adorada esposa, Remedios de Naso".
Milagros en realidad se casó antes, como dice la historia, con un polista de apellido Viagra. En esa época todavía nadie conocía la existencia de un medicamento erectil y lamentablemente para Milagros la parte sexual de su relación no fue muy exitosa. Él intentó e intentó, pero pobre Milagros seguía virgen. Hasta que se descubrió un medicamento, el sildenafil citrato. Y apenas nuestro polista se enteró, lo empezó a comprar y utilizar en profusión. Y su performance mejoró tanto en la cama y hasta, por estar ahora muy feliz en todo sentido, en la cancha de polo, que su mujer dio a luz a mellizos y su hándicap subió a 10 (en la cnacha de polo y en la cama también). Y se hizo tatuar en el brazo: "Gracias a mi amada esposa, Milagros de Viagra". Así que cuando le tocó casarse a Delirios, que menos que buscar a alguien de apellido Grandeza. Ella tuvo muchos amantes, pero tuvo que esperar hasta los 40 años de edad. Revisó las guías telefónicas de España y toda Latinoamérica, pero qué pena: ningún apellido Grandeza. Pero de golpe encontró este apellido en una guía de Filipinas. Tomó el primer avión a Manila, buscó a la familia Grandeza y tomó al soltero de la familia por asalto. Como era muy agraciada, desde ya Manuelito caminó al altar muy contento y, como escribió Raquel, vivieron muy felices.
besos
Jerónimo
Jerónimo ha dicho que…
Cuando uno escucha el nombre Remedios, automáticamente piensa en el nombre de Remedios Escalada, por lo menos si alguna vez estudió historia argentina, porque desde supongo que a un sueco o a un croata el nombre no le significaría nada. Ahora esta Remedios actual se casó con un malabarista de circo de apellido Naso. Qué suerte para él. Porque aunque era habilísimo, a menudo en el medio de su ejecución le corría tanto la nariz que sus ojos se llenaron de lágrimas, no podía ver más y o las pelotas tiradas al aire se le entreveraron o los aros múltiples se le empezaron a caer, en el medio del abucheo del público. El director del circo ya amenazó con rebajarlo a barrer la bosta de los leones, cuando después desde su boda su nariz de golpe se curó totalmente, sus ejecuciones cada vez más difíciles resultaron perfectas y el público lo vitoreaba. Al final de cada función se puso a lucir su remera con la inscripción: "Gracias a mi adorada esposa, Remedios de Naso".
Milagros en realidad se casó antes, como dice la historia, con un polista de apellido Viagra. En esa época todavía nadie conocía la existencia de un medicamento erectil y lamentablemente para Milagros la parte sexual de su relación no fue muy exitosa. Él intentó e intentó, pero pobre Milagros seguía virgen. Hasta que se descubrió un medicamento, el sildenafil citrato. Y apenas nuestro polista se enteró, lo empezó a comprar y utilizar en profusión. Y su performance mejoró tanto en la cama y hasta, por estar ahora muy feliz en todo sentido, en la cancha de polo, que su mujer dio a luz a mellizos y su hándicap subió a 10 (en la cnacha de polo y en la cama también). Y se hizo tatuar en el brazo: "Gracias a mi amada esposa, Milagros de Viagra". Así que cuando le tocó casarse a Delirios, que menos que buscar a alguien de apellido Grandeza. Ella tuvo muchos amantes, pero tuvo que esperar hasta los 40 años de edad. Revisó las guías telefónicas de España y toda Latinoamérica, pero qué pena: ningún apellido Grandeza. Pero de golpe encontró este apellido en una guía de Filipinas. Tomó el primer avión a Manila, buscó a la familia Grandeza y tomó al soltero de la familia por asalto. Como era muy agraciada, desde ya Manuelito caminó al altar muy contento y, como escribió Raquel, vivieron muy felices.
besos
Jerónimo
Jerónimo ha dicho que…
Qué extraño, se publicó dos veces, se puede borrar uno? De paso te comento que me gustó mucho la nueva portada de tu blog con el teléfono antiguo, veo que la cambias muy a menudo.
Besos
jerónimo
Raquel Barbieri ha dicho que…
Jerónimo,

Me parte el alma el malabarista Sr. Naso, marido de Remedios, su posterior recolección de bosta de los leones tras errar el emboque de las bolas y demás, a causa de su nariz magnificente... pero lo redime su súbito salto a la fama, aunque la remera mersa con la inscripción, me pone de la gorra.

Y el otro, con el tatuaje más largo que el preámbulo de la Constitución Nacional... honestamente creo que estas muchachas son dignas hijas de sus delirantes padres.
Lo del viagra, me mató... ya lo imagino al polista en el campo de polo haciendo estragos.
Todo sea para bien.

Veo que esta vez te quedaste más contento porque le di un final feliz a la historia.
Es que a veces, las cosas salen bien.

Por fin encontré una imagen de fondo para el blog más interesante, con transparencia, no tan chata como las anteriores.

Gracias y besos :)

PD: Después quito el comentario repetido. No problem.
Jerónimo ha dicho que…
Solamente ahora me enteré que el problema del polista surgió por estar tantas horas a caballo que ciertas partes, necesarias para cumplir con su mandato marital, se le aplastaron. Parecía sin remedio! Pero gracias a la nueva droga todo se resolvió, tal como mi comentario anterior ya lo relata. Milagros todas las noches prende una vela al lado de la cama y recita tres veces su mantra: "Viva el sildenafil citrato".
Besos
Jerónimo

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