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Estrella de mi alma

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Tesorito precioso, estrella de mi alma, (...) Anteanoche no me acuerdo de haber soñado. Ayer hice un esfuerzo y sí, soñé con vos. Entré a una alcoba, no era la tuya, sino desconocida. Estaba oscura, pero ardía una vela. Me acostumbré rápidamente. Estabas acostada en la cama dormida, desnuda, sin tapar, sobre la espalda. Me incliné, separé con cuidado tus piernas y noté con asombro que tenías un tupido pelo negro, enrulado, donde te depilás que me excitó mucho, y me pareció super-sexy. Empecé a pasar la lengua y noté que disfrutabas, pero aún dormida. Hasta sentí orgasmos varios tuyos y seguías como soñando, con gemiditos placenteros, pero sin desperarte. Me acosté con cuidado para que no te despiertes y ahí sí me desperté yo, con ganas de seguir en vivo el sueño.   Principessa bella, drága hercegnöm, besos mil de los nuestros Así eran las cartas que él le enviaba cada día, no cada tanto, sino diariamente, inyecciones cotidianas de romance, sobredosis d...

Hija de la luna

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La Luna, bella y mágica, creadora de una realidad deformada. Nada es exactamente lo que parece bajo su influjo. Así pensaba ella y sólo podía amarlo bajo la luz lunar porque cuando se camina bajo la luna, es fácil imaginarse rodeado de toda clase de fantasmas, y él era algo espectral, un generador de energía vital sexual que más que pasión se convertía en un grito de la selva, una pulsión adictiva, una necesidad como el mero respirar; él, con sus ojos profundos y sus rasgos bien marcados que ella adoraba, siempre y cuando la noche se cerniera sobre ellos, sólo la luna lo iluminara y ella se fugara antes del amanecer para no verlo tal cual era… Tomé la foto con mi teléfono en Villa Gesell

Fresia

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Fresia nació un día de mayo de algún año que no interesa. Fue llamada así porque era la flor favorita de sus padres y aunque en esos momentos tal nombre no se encontraba habilitado en la lista de los permitidos por el ayuntamiento, el padre de Fresia dijo que no se iría de allí hasta que su hija llevase tal nombre, y lo dijo con una voz tan decidida y grave que nadie se atrevió a contradecirlo.  Será que era un día en que la empleada pública estaba de buen humor porque su novio le había hecho el amor la víspera, será porque todo en ese día de mayo parecía ser perfecto para dicha empleada porque recibió un aumento de sueldo y encontró su documento de identidad perdido una semana atrás, cuestión que el hombre se salió con la suya y la niña fue inscripta en la vida con el nombre de Fresia. Tal como las flores, ella era colorida, de aroma sutil, alegre. Era muy raro que viera el costado amargo de la vida, ya que siempre se veía contenta, no frenéticamente contenta sino relajada...

Popa

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Y en su pequeña casa del barrio de Floresta, sucedían ese tipo de cosas que el que pasa por la puerta ni imagina. Es increíble la escasa capacidad de imaginación que tiene la gente en general, esa corriente que lleva a la masa a creer que la apariencia se corresponde necesariamente con el contenido y que las cosas son tal cual se muestran.  Popa era inteligente y lúcida en un mundo mediocre. Ése era el karma que tenía que pagar, tener que darle la razón a personas mentirosas o falsas con tal de no seguir discutiendo y también para adaptarse al habitat, tal y como lo hacen las plantas que pasan del exterior al interior de una casa, o viceversa.  Pensó en los pinos que plantó Carlos Gesell en la costa atlántica allá lejos y hace tiempo, y se identificó con ellos; se creyó un pino en un suelo arenoso, un pino al que le dio mucho trabajo prosperar en un suelo hostil, y al ser tan amante de la playa y del bosque, Popa se contentó por la identificación. Creo que fue en e...

La estatua

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Siempre había sentido escalofríos al pasar delante de la estatua situada en el foyer del Teatro Colón; no era algo que pudiera razonar, mucho menos explicar, pero una morbosidad personal me llevaba a pararme delante de ella y mirarla cuando a la vez, quería salir corriendo de allí.  Al pasar por delante de esta estatua y no de otras, un vientecito frío me corría por el cuello, por la oreja izquierda, luego por la pantorrilla y el brazo.  Nuestro primer encuentro fue cuando era chica y me le quedé mirando mientras mi padre hablaba con un amigo en las escaleras que llevan a platea. Sentí que no era sólo mármol, que había una presencia ahí. No le dije nada a nadie y me alejé hacia el ángulo opuesto para observar la estatua de Margarita, en donde no tuve estas sensaciones. Miles de veces pasé delante de esta escultura tan perfecta, tan dotada de armonía, proporción y belleza, dueña de un dinamismo que hace parecer que la dama se desliza, adquiere movimiento, existe, aún cua...

La pobre

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Justamente ella que odiaba esa costumbre horrenda de llamar a otras féminas con el triste apodo de "la pobre" tuvo que ser la destinataria de ese título que reemplazó a su propio nombre de la noche a la mañana. Acorde los años fueron pasando, el sonido de su nombre, María Gracia, fue perdiéndose irremediablemente detrás de los apodos impuestos por su abuela, su madre y las tías. Más tarde en la escuela, La Pobre se dio cuenta de que allí también sufría un destrato bastante notorio, pero nada pudo hacer para remediar el hecho, y mientras más se esmeraba en caer bien, en parecer lúcida y simpática, aparecía ante los demás como un simio practicando sus monerías gestuales. Entonces, los otros decían: - Ay, la pobre... Como nada parecía tener remedio y ni en su propia casa inspiraba algo parecido al respeto, La Pobre decidió ser insoportable y hacer cualquier cosa que le diera la gana, desde rascarse en público hasta pasearse en bombacha y corpiño con la ventana abierta de p...

Serena

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Serena vive sola en una casa que según la opinión ajena, le queda grande, pero que según el punto de vista de ella, está justa.  Esta mujer necesita inmensidad, amplitud, libertad de movimiento; no soporta sentirse limitada, cercada por paredes próximas una de la otra, aplastada por un techo bajo como de esos departamentos que parecen cajas de zapatos con un agujero llamado ventana. Serena pinta, escribe, teje, lee, vive su vida sin ser perturbada por el mundo exterior. Su casa expele un aroma entremezclado de óleo para lienzos, perfume de jazmín, sándalo, y cera en pasta para lustrar los pisos de roble de Eslavonia. Es un sitio precioso, personal, logrado, en donde el estereotipo no tiene lugar.  Su casa es ella. En su jardín de invierno cultiva orquídeas, todo está ordenado, impecable como ella, incólume como su espíritu. Nada la perturba, nada la conmueve ni la quita de su estado permanente de serenidad, de una serenidad más indiferente que proveniente de un domini...